lunes, 1 de junio de 2009

EL

3ª parte
De lo contrario lo único que conseguiré es, salir de una depresión para entrar en una obsesión …¡lo que me faltaba!.Empecemos por describir a Silvano: Aparenta unos cincuenta años, moreno, de aspecto pulcro, movimientos ágiles, aire resuelto, talla mediana y bien proporcionado, vestido con americana gris, camisa abierta, pantalones azul oscuro -curiosamente siempre le he visto con la misma ropa- zapatos negros, y un portafolios pequeño y marrón en su mano izquierda.
Puede pasar desapercibido entre esa legión de seres anónimos que pueblan nuestro entorno, pero hay algo en su actitud que le hace diferente. A poco observador que uno sea, es fácil percatarse de una cierta fuerza interior que emana de él, algo que nos da confianza y calma, nos hace ser más reflexivos de nuestro mundo interior y nos enseña a valorar aquello por lo que merece la pena vivir y que tan frecuentemente pasamos a un segundo plano, dejándonos llevar por cosas cuyo control escapa a nuestras manos y solo nos aportan agobio y desesperanza.
Su aparición en mi vida es beneficiosa, me está haciendo ser más consciente de mí mismo, más lúcido. Me está sirviendo para equilibrar mi mundo interior. Sí, ese hombre existe, su realidad física es innegable, ¡Silvano, no!, él es el personaje que yo he proyectado sobre un ser de carne y hueso con el que casualmente (?) coincidí en diferentes momentos. Mi inconsciente buscaba una fórmula para salir del atolladero en que me hallaba y Silvano ha sido su instrumento, la cura que precisaba.
Ayer volví a encontrarle en el andén de la estación, me acerqué, le miré detenidamente esbozando una leve sonrisa y le tendí mi mano; me observó con fijeza unos momentos y sin devolverme el saludo cambió de dirección y se alejó entre la gente. Ahora, sé que no volveré a verle.

EL

2ª parte
Aún no sé a quién pueden ir dirigidas estas líneas, pero, estoy seguro que tendrán un destinatario capaz de entenderlas y darme la razón. Veamos, sin más preámbulo, de que se trata: Os voy a hablar de un individuo que se ha cruzado en mi vida desde hace un par de meses aproximadamente y los acontecimientos que han ido sucediendo desde ese encuentro.. Empezaré por decir su nombre: “Silvano”, ¡suena un poco extraño, ciertamente!, la verdad es que tal nombre se lo he puesto yo, ¡tenía que identificarle de algún modo y no se me ocurrió otro mejor!
Me suelo encontrar con él en los sitios más extraños: al cruzar la puerta de un supermercado, a la entrada de un autobús, en cualquier andén de una estación, paseando por un parque, etc.
Lo verdaderamente curioso es que todavía no me ha dirigido la palabra, -ni yo a él, por supuesto- lo que sí hace es mirarme de un modo fugaz, casi imperceptible, aunque que tengo la sensación que lee mis pensamientos y mis estados de ánimo. Aparece cuando me encuentro más triste y deprimido, en esos momentos que uno habla consigo mismo intentando animarse -la mayoría de las veces sin conseguirlo- y lo único que desea es que acabe el día lo antes posible.
Debo confesar que mi vida, últimamente, no caminaba por sendero seguro, he ido perdiendo la confianza en mí mismo, dejando de ser aquel hombre confiado, seguro de sí, que no se amedrentaba fácilmente y sabia capear cualquier temporal con pulso firme. De él va quedando poco. Una de las cosas que más confianza me daba era “cultivar mi vocación”.
Había conseguido, no sin esfuerzo, y a una edad que frisaba la cuarentena convertir esa vocación en un “modus vivendi”, con cierta holgura económica, Al fallarme, -las razones de esa crisis son demasiado complejas para relatarlas aquí- me empecé a venir abajo..
Es posible que se trate únicamente un trance pasajero, pero, todos sabemos que las buenas rachas no vuelven fácilmente. Esta etapa duraba ya más de un año y no veía un horizonte prometedor por ningún lado. Disculpadme, si me he apartado un poco del personaje que ha motivado éste relato, pero, nunca está de más ofrecer al lector algunos datos que sirvan para centrar su atención todo lo posible.
Nunca me he considerado un hombre fantasioso, ni proclive a imaginar cosas irreales, pero, la aparición de “Silvano” me ha sumido en la incertidumbre que, unida a al bajo estado de ánimo en que estoy, me da que pensar…. si no se tratará de una fantasía surgida de un cierto desequilibrio psíquico. No creáis que no me lo repito constantemente: “… ¿a ver si todo eso del hombre misterioso no será un montaje de tu mente calenturienta?”. Estoy convencido de que no hay tal falsedad, las evidencias son demasiado constantes.
En dos ocasiones que no iba solo, lo vimos, e hice notar su presencia a mi acompañante. Queda, pues, descartada la posibilidad de una “visión imaginaria”. Después de encontrarme con él me ocurre algo curioso y desconcertante: cambio la dirección del lugar hacia donde me había propuesto ir y me encamino a otro muy distinto y al que en esos momentos no había pensado acudir.
¿Por qué me sucede esto?.¿Qué extraño poder ejerce sobre mí?. ¿Cuáles son sus intenciones?.
Evidentemente, no me resultaría difícil acercarme a él e indagar sobre esos “casuales” encuentros, pero, francamente ¡no lo haré!. Por ahora, lo único que pienso hacer es esperar a que nuevos sucesos vayan aclarando la situación.
Mis visiones de Silvano se han ido espaciando últimamente y, aunque parezca extraño empiezo a echarle de menos. Lo cierto es que tras sus encuentros y los cambios de dirección en mis recorridos -éstos nunca fueron para nada importante- comencé a sentirme algo mejor de ánimo.
Aunque mi rutina vital no ha cambiado, empiezo a estar menos agobiado, sin esa amargura permanente que me ha perseguido como una sombra y con un tono vital más elevado. ¿Cómo debo razonar el hecho de que tales encuentros con “el misterioso Silvano” del que, repito, nunca he recibido ni una palabra, estén modificando mi moral?. Creo que debo reflexionar con la mayor lucidez el hecho que acaece, e intentar llegar a una explicación lógica.

EL

1ª parte
Aún no sé a quién pueden ir dirigidas estas líneas, pero, estoy seguro que tendrán un destinatario capaz de comprenderlas y darme la razón. Veamos, sin más preámbulo de qué se trata:
Os voy a hablar de un individuo que se ha cruzado en mi vida desde hace un par de meses aproximadamente y los acontecimientos que se han ido produciendo desde ese encuentro. Empezaré por decir su nombre: “Silvano”, ¡suena un poco extraño, ciertamente!, la verdad es que tal nombre se lo he puesto yo, ¡tenía que identificarle de algún modo y no se me ocurrió otro mejor!. Me suelo encontrar con él en los sitios más extraños: al cruzar la puerta de un supermercado, en la parada de un autobús, en el andén de algunas estaciones, paseando por un parque, etc.
Lo verdaderamente curioso es que todavía no me ha dirigido la palabra -ni yo a él, por supuesto- lo que si hace es mirarme de un modo fugaz, casi imperceptible, aunque tengo la sensación de que lee mis pensamientos, mis estados anímicos. Aparece cuando me encuentro deprimido y triste; en esos momentos que uno habla consigo mismo intentando animarse -la mayoría de las veces sin conseguirlo- y lo único que desea es que acabe el día lo antes posible.
Debo confesar que mi vida, últimamente, no ha caminado por sendero seguro, he ido perdiendo la confianza en mi mismo